Presente en todas las ferias de libros

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Una noche de esas saliendo de la feria del libro en Arequipa

sábado, 18 de mayo de 2013

Despierta el cortanalgas



Atraparon al corta nalgas!!!! Así titulan los diarios, serios y amarillos; las radios y noticieros televisivos chancaron con el tema, varios días. Pero era el cortanalgas que trajeron de los EE UU. El de Arequipa seguía en su parafilia.

Claro que tiene. Es dueña y propietaria de un buen culo ¡Claro! –pensó–. Verlas pasar. Sólo pasar. Blancas, redondas, llenitas, firmes. Waw. Y solo mirar.

Caminó. Ida y vuelta, varias veces. Varias veces recorrió el mismo camino y todos, pero todos sin excepción, incluyendo el indeciso y confundido Otto. Miramos, mascullamos algunas ganas que se reflejaban y alborotaban entre las piernas. Es que eso no se veía a cada rato, todos los días: al menos por aquí.

Pasó ella con cámara fotográfica, perennizando los balcones y la gente en este bello atardecer. Lucía sus nalgas en ese pantalón de buzo negro pegado como su piel al cuerpo. Contrastaba con su piel blanca, no tanto como el sillar o el Misti; pero era ese, blanco tentación, que cuando se agachaba para hacer una mejor toma, se descubría algo de ella que la hacía más y más deseada. Hasta pensó en buscar un motivo para hacerle conversación, cuando en algún momento estuviera sola, unos momentos, por el festival del libro en Los altos de la Municipalidad de Arequipa.

El jueves, no fue Jueves Santo, ni jueves de los que escribió Vallejo; fue un jueves de noviembre a las 5 y 57 de la tarde, cuando el sol se despintaba en la tarde y las acuarelas mate, pincelaban el campanario de la catedral y el Misti dejaba sentir su aliento frío. Las palomas aún revoloteaban en toda la plaza, pero sobre todo, en derredor de la pileta que derramaba su agua cristalina. Donde unos se tomaban fotos y otros daban de comer a las palomas.

¡Puta¡ Qué mierda. Cómo le ha cortado ese loco las nalgas. Qué desperdicio –comentó Alfonso mostrándome El Correo.
Puta ¡No! –Repliqué- Es la hembrita que caminaba por aquí.
Y Alfonso lanzó el cuchillo al corazón: La gringuita desangrada murió en el Goyeneche. Es larga la historia –acotó, pasando la hoja de policiales-.

Los peritos de criminalística de la policía, están preocupados por la dificultad del caso. El identikit, no ayuda –así como las declaraciones de algunas víctimas–. Todos los colegas tienen cara de arrechos y, cada vez más, se parecen a ese, dijo entre dientes el comandante encargado de las investigaciones.

Oye, franco franco, qué se sentirá cortarle la nalga a una hembra? Ah?

Pasaba por los serenos, entre la gente apresurada o distraída –preocupada en sus cosas– y zaz… un choque, un roce, una caricia libidinosa, tolerable quizás… Amiga, estás sangrando...  No, estoy con la regla… ¡No¡ mira, atrás… ¡Oh no¡ Se tocaban y como un labio muy fino, que rodeaba el pantalón pegado, bordeaba un hilo de sangre.

Todo comenzó como una caricia, temerosa. Otra caricia y otra. Claro que con sangre, pero es así. Tengo que parar la mano.

Afuera, la policía está con sus problemas, escándalos y con otros desafíos. Algunos hasta ya lo olvidaron creo… Me provoca volver a salir, me aburre la universidad.

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A veces, confundían, con una mano torpe. Foto DR Internet

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